Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

martes, 7 de agosto de 2012

6. Falsas apariencias


Una noche en el BV80 con Victoria Abril
Autor: M.G.M.
Subtítulo: Falsas apariencias

Nada de lo que me sucedió fue mentira. Aunque sigo sin poder asegurar que fuese cierto. No voy a desvelar mi nombre pero os contaré qué asunto me llevó hasta el BV80 aquella noche. A efectos, se puede decir que soy algo así como detective privado. Mola mucho ¿no? Mola hasta que estás hasta las narices de perseguir adúlteros cada noche y vivir subjetivamente situaciones embarazosas y patéticas. Poner en marcha tu cámara, hacer fotos horribles y contribuir a divorcios millonarios. Esa es la verdadera miseria de éste trabajo, invadir la intimidad de la gente. Y a veces me odio por ello.

El asunto que me ocupaba aquella noche tenía 52 años, esposa, dos hijos adolescentes, varias empresas a su cargo y muchos banqueros a sus pies. Mi trabajo consistía en cerciorar, tal y como sospechaba su mujer, que además del golf y la caza también ocupaba su tiempo libre una morena impresionante de 28 años. Así que le seguí y la estela de su Mercedes me llevó hasta el BV80. La gente cuando hace cosas “que no debe” se refugia en sitios en los que jamás nadie sospecharía que pudieran estar. Sólo así puede explicarse que el pez gordo y la bailarina dejaran mover sus caderas a ritmo del “Rain” de The Cult. Una imagen lamentable. De esa guisa me los encontré cuando entré media hora después que ellos, para no levantar sospechas y dejar que se caldeara el ambiente. Me senté, con suerte, en una mesa estratégica. Pedí una cerveza. La música era exquisita así que me puse de buen humor en la medida de lo posible y dadas las circunstancias. Y de repente, después de una especie de fundido a negro en mi mente…llegó el absurdo.

Hubo un momento que no sabría definir con precisión en el que sin querer, me convertí en la protagonista de la sala. Todos me miraban, cuchicheaban, sonreían. Incluidos el adúltero y su amante. Era como una escena surrealista de David Lynch. Yo, sólo flipaba. Empecé a ponerme muy nerviosa, a autoexaminarme. Y tras comprobar que llevaba toda la ropa y que no había monos en mi cara, de repente una chica y su novio me sacaron de la duda, aunque no por eso me aclararon mucho las cosas. "Victoria, ¿podemos hacernos una foto contigo?". Aún no me había dado tiempo a decirles que yo no me llamo Victoria cuando ya los tenía encima de mí, abrazándome y sonriendo a la cámara que llevaba otro chico. Fueron los primeros de al menos quince personas que me besaron y me dieron bolígrafos y papeles para que les firmara en nombre de Victoria, incluso algunos se fotografiaron conmigo. Y todo esto sin que me diera tiempo a reaccionar y a decirles a todos que me estaban confundiendo con otra persona.

De pronto se acercó él, mi presa. Preguntó amablemente si podía sentarse un segundo conmigo. Asentí, asustada. Me pidió un autógrafo para Rosa, el muy cerdo. Rosa es el nombre de la mujer que me contrató. No me pidió foto, ¡menos mal!. Estaba a punto de negarme e intentar explicarle el error cuando algo me hizo girar la vista. Escondida tras la puerta del almacén, intentando captar sólo mi atención, estaba ella; Victoria Abril. Empecé a entenderlo todo y a no entender nada a la vez. Me hacía gestos con las manos, con los ojos, me decía que firmara el puto autógrafo y me callara. Y lo hice.

Hasta aquí parece todo lógico; se corrió la voz de que Victoria Abril iba a estar esa noche en el BV80 y por eso fue el empresario, para conseguir el regalito para su mujer y tenerla contenta una semana. El resto de la gente estarían por casualidad o por fanatismo. Me vieron, me confundieron con ella y ya está. Asunto resuelto. Pero no es tan sencillo.

Cuando al fin me dejaron tranquila me acerqué hasta la barra buscando una explicación. El camarero me miró y me hizo un gesto para que esperara mientras terminaba de servir unos gin-tonic, precisamente al empresario y compañía. “Este cabrón va a llegar a gusto a casa” pensé. Cuando terminó, el camarero salió de la barra, se acercó hasta mí, y discretamente pero con fuerza me arrastró hasta el almacén donde estaba Victoria. La auténtica.

Estaban ella y seis o siete personas más en una especie de fiesta privada, riéndose a carcajadas. En cuanto me vio, Victoria Abril se acercó hasta mí y entre risas me dijo algo parecido a… "Vas a tener que perdonarnos, por favor. Supongo que querrás una explicación". El gesto de mi cara le dio la respuesta y después de preguntar mi nombre, no tardó mucho en entrar en detalles. Me invitó a una copa pero no acepté. Y me dijo:

–Cuando he llegado no tenía ni putas ganas de socializarme ¿sabes? Sólo quería salir a tomar una copa para relajarme, no a pasarme la noche firmando autógrafos y haciéndome fotos con gente que no conozco. Así que me he escondido en el almacén. Hasta que de repente has entrado tú, y a él –señalando al camarero– se le ha ocurrido decir a unos chicos que tú eras yo. Cuando han empezado a avasallarte, no he podido evitar dejar correr la situación, para ver hasta dónde podía llegar el absurdo.

Sus palabras aún me dejaron más noqueada. Los dejé ahí plantados a ella y sus amigos, riéndose. Y salí corriendo del almacén, del BV80, me monté en mi coche y mientras iba camino a casa conduciendo como una autómata, iba pensando en lo realmente extravagante de toda esta situación. Aprovechando un semáforo en rojo, me miré detenidamente en el espejo retrovisor y, alucinada, sólo pude reafirmar lo que ya sabía: …¡Que no me parezco lo más mínimo a Victoria Abril!


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