Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

jueves, 20 de diciembre de 2012

2. El Milenarismo


Una noche en el BV80 con Fernando Arrabal
Autor: Roñas
Subtítulo: El Milenarismo

Al abrir los ojos, me fijé en los descomunales pechos de la camarera que me observaba como si fuese un objeto volador no identificado desde el otro lado de la barra. A mi alrededor había un montón de gente y un manto de humo, denso y asfixiante, como la niebla de un pantano ascendía con rapidez al techo del local. Una pareja se comía a besos igual que si fuesen caníbales. Varias chicas jóvenes deslizaban sus caderas en la pista de baile y exhibían sus esculturales cuerpos como si fueran diosas inalcanzables. Me sentía fatal. Notaba un fuerte dolor en la cabeza y me encontraba desubicado, como uno de esos amnésicos que se despiertan en cualquier sitio y no se acuerdan de nada.

—¿Dónde estoy?

—En el BV80. ¿Qué va a tomar?

—¡Un vasito de agua del grifo, por favor!

—¿Está de broma, no?

—El alcohol me sienta fatal. Y las drogas ni le cuento. Hace unos años soñé que me fumaba un porro y al despertar me pasé tres meses colocado. Desde entonces ni fumo, ni bebo, ni tampoco voy con malas compañías.

Me sirvió el vaso y me estudió con la minuciosidad de un perito que examina el informe de un siniestro. Reparó en mi escaso metro cincuenta, en el pelo enmarañado y cubierto de rizos, en la barba que vestía mi semblante y en los anteojos de metal. Prestó atención a mi jersey amarillo y a los pantalones blancos sin una sola arruga.

—Yo le conozco —me dijo—. Usted es ése que escribe. ¡Sí, hombre! ¡Barragán! ¡No! Arrabal. Fernando Arrabal. ¿Y qué le ha traído a Zaragoza?

—¡Si le digo la verdad ni sé cómo he llegado hasta aquí! Hace un rato estaba hablando del Milenarismo y del Apocalipsis y de repente me he despertado en este antro atestado de pecadores. ¡Es un milagro! Creo que el Señor me ha enviado a evangelizar este local. Porque aunque no lo sepas, guapa, el Milenarismo va a llegar.

—¿Y qué es eso?

—De Milena, la mujer de Kafka. ¡Pero déjame hablar! Solo hay que echar un vistazo a este sitio para ver a una panda de adictos al sexo, las drogas y el rock and roll. ¡Arrepentiros, hijos míos! ¡Porque eso de copular no está nada bien! ¡Es pecado y os ensucia la mente! ¡Y la música que escucháis a todo volumen es la voz del Diablo que cada día os pone a prueba y os tienta! No os dejéis seducir por ella. Ése que suena por el altavoz no es Enrique Bunbury es Satanás. ¡Solo que no os dais cuenta! Yo creo en la genialidad de Dios y quiero un Apocalipsis de amor.

—Oiga, señor, ¿usted no se habrá escapado del psiquiátrico, verdad?

—Déjame hablar…

A mi alrededor se forma un corro de personas que escrutan mi rostro enfurecidas. Al tipo de los tatuajes le confieso que es un pecador, al melenas le recomiendo que vaya con urgencia al peluquero y a la rubia le comento que es una furcia por estar morreándose con dos hombres a la vez y entonces me suelta un puñetazo. Un gancho de izquierda impacta en mi frente. De inmediato, noto un temblor en las rodillas y siento que me fallan las fuerzas. La vista se me nubla igual que la de un miope cuando se desprende de las gafas y caigo grogui sobre las baldosas del suelo.

—¡Fernando despierta, cojones!

Al abrir los párpados diviso el semblante de Sánchez Dragó.

—¡Última vez que durante la comida te bebes tu solo cinco botellas de vino! El programa está punto de comenzar. Y a ver si hacemos algo y conseguimos subir un poco la audiencia porque María Antonia Iglesias me ha dicho que o mejoramos o mañana mismo quita La noche de Radio Televisión Española.


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