Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

jueves, 18 de julio de 2013

1. Make me immortal with a kiss


Una noche en el BV80 con The Rat Pack
Autor: Carmen Serrat
Subtítulo: Make me immortal with a kiss

“Las niñas buenas no debemos frecuentar malas compañías” o por lo menos eso se supone que tenían que habernos dicho nuestros padres, cuando nosotras éramos adolescentes y las hormonas bullían dentro de nuestro cuerpo y… nuestra mente. Sin embargo, ya sabéis, cualquier prohibición o advertencia a esas edades se transforma en un total interés por saltarse las reglas del juego y probar precisamente “lo prohibido”.

Así recuerdo yo esa noche de verano. Se había hecho demasiado tarde, el calor seguía siendo sofocante y las ganas de volver a casa no aparecían por ninguna parte. Lo que sí existía entre nosotras era la comunión a la hora de disfrutar de risas, copas y chascarrillos acerca de los chicos que peligrosamente osaban acercarse a nosotras, tan jóvenes, tan bellas… y tan errantes.

Decidimos que nuestra última copa sería en el BV80. El local estaba lleno hasta la bandera, ya que a lo largo de la semana y sotto voce se había dejado caer que ellos, los maás pecadores, irreverentes y maduros galanes de Hollywood: “The Rat Pack”, se dejarían ver por nuestra ciudad aprovechando no se qué evento y quizá terminarían la marchosa noche zaragozana en este garito.

Al principio creí que la algo elevada tasa de alcohol que nos acompañaba me hacía ver visiones, pero no, “radio makuto”, como siempre, había funcionado a la perfección y allí estaban, al fondo del local y envueltos en una espesa nube de tabaco y muchedumbre loca por dejarse fotografiar con ellos.

“Si, lo siento, me pasé tres pueblos”, pero no se me ocurrió otra cosa para acercarme: fingí que me desmayaba y todo fueron manos ávidas queriéndome levantar del suelo para evitar que fuera pisoteada por las masas. Me hice la remolona y hasta que las pertinentes manos que yo ansiaba no vinieron en mi búsqueda, ¡ni me canteé!

Unas palabras susurradas al oído en inglés, me hicieron abrir súbitamente los ojos. Sí, era Dean, mi idolatrado Dean Martin, el más canalla. A partir de ese momento, no me preguntéis nada más, fui transportada en sus brazos, en puro éxtasis hacia una silla y frente a su pecadora sonrisa sólo logré balbucear un torpe y dulce: ¡Thanks you, Dean! No recuerdo ni qué fue de mis amigas, solo que me miró, besó mis labios adolescentes y, de un salto, subió al escenario junto a Frank Sinatra y Sammy Davis Jr. para deleitarnos con su maravillosa Birth of the blues, hilvanando así una canción tras otra.

El cómo llegué a mi casa fue todo un misterio; solo supe que estaba castigada un mes sin salir los fines de semana. Creo que contar que pasé la noche junto a Dean Martin, fue demasiada “trola” para mis padres (hartos ya de tanta imaginación desbordante) y para mis amigas, que ni se lo creyeron… Pero fue verdad, ya que en mi bolso apareció una nota que rezaba: “Make me immortal with a kiss. Dean” y que durmió conmigo bajo mi almohada, durante mucho tiempo… alimentando mis dulces sueños.



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