Unos conocieron el bar en directo, in situ. Otros a través de la lectura del libro "Noches de BV80" de Valtueña. A muchos les suena por el tema "Negativo" de Bunbury (las noches del BV80 escapando a tocar...). También hay algunos que piensan que todavía existe. Sea como fuere, el bar BV80 vive. Es nuestro deseo que así sea. Por eso convocamos este concurso. ¡Échale imaginación y participa!

martes, 30 de abril de 2013

15. Un cumpleaños muy especial


Una noche en el BV80 con Chavela Vargas
Autor: Antonio Jesús García Pereyra
Subtítulo: Un cumpleaños muy especial

Diecisiete de abril, Zaragoza, en el mítico BV80. Aquí estoy de nuevo para celebrar su cumpleaños, en el mismo bar donde la conocí años atrás, apoyado en la misma barra, tomando el mismo ron añejo que me abrasa la garganta y fumando hasta verme envuelto en una nube de humo de la que pretendo resurgir como el genio de la lámpara de Aladino. Veo gente joven a mi alrededor. “Yo también fui joven…” pienso “Juventud, divino tesoro”.

14. Una aureola blanca


Una noche en el BV80 con Chavela Vargas
Autor: Esteban Conde Choya
Subtítulo: Una aureola blanca

Cansado de caminar durante todo el día, entré una noche en el BV80 a tomar un trago y descansar un rato, antes de recogerme en mi hotel de circunstancias. Como estaban todas las mesas ocupadas, me dirigí a la barra para pedir una caña de cerveza. Mientras la tomaba a pequeños sorbos para prolongar mi descanso, me llamó la atención la mujer que ocupaba el taburete de al lado porque una aureola de luz blanca le envolvía la cabeza y parte del busto.

13. Una noche de aniversario


Una noche en el BV80 con Chavela Vargas
Autor: Marcio
Subtítulo: Una noche de aniversario

Emma y Víctor cumplían su tercer aniversario de matrimonio, durante los últimos dos años no habían tenido suerte celebrando sus aniversarios y este año Víctor le había prometido una noche romántica.

12. ...Simplemente la mano nos damos


Una noche en el BV80 con Chavela Vargas
Autor: Petra Lamarc
Subtítulo: ...Simplemente la mano nos damos

Aquella fue una extraña madrugada de primavera que inesperadamente se vistió de otoño. Una niebla ligera vagabundeaba pegada al suelo entre las calles estrechas del barrio y las primeras flores de los cerezos rojos alineados hacia el infinito borroso de la Madalena parecían flotar en ella; mas allá, un barrendero fluorescente peinaba un amanecer de los recuerdos de la noche empeñada en agarrase al empedrado irregular de los viejos adoquines. No hacía frío, tampoco podíamos sentirlo, envueltos como estábamos en el calor de las muchas copas secas de aquellas últimas horas. Caminábamos solos, dispares, pegados entre silencios,… perseguidos por el eco de los tacones de las viejas botas camperas de color mundo que vestía…